LA FILOSOFÍA SOCRÁTICA

Los historiadores coninciden en llamar ética a la filosofía socrática; no hablaba del universo, en este sentido sigue la línea iniciada por los sofistas. 

Sócrates logra definir algo que sus predecesores no habían hecho: definir la naturaleza humana, y logrado esto, cimentar en ella toda su doctrina ética. 

Pone en el alma el centro de la personalidad moral e intelectual del hombre.  Se presenta como un educador pero no como sofista, va a enseñar el puesto privilegiado que tiene el alma en el ser humano y la tarea de cuidar de ella. 

En la Apología de Sócrates, este afirma que se debe mirar más por el estado mismo que por los intereses del estado, por ello va a poner mucha atención a la vida política pero en su aspecto ético: ser buenos ciudadanos. 



Fundamental va a ser para Sócrates el saber y la virtud, es mas este binomio es característico de su ética: saber y virtud se identifican porque el que conoce lo recto actuará con rectitud, si conoce el mal  no va tras él, nadie escoge el mal en cuanto mal, y si hay quien elige el mal lo hace porque lo ve como un bien, aunque en realidad no lo sea. Virtud se identifica con ciencia, o sea el saber que lleva al hombre a hacer buena su alma y por tanto a ser feliz. En esto se presenta como apuesto al pensar griego que ponía como valores primordiales la fortaleza física, la riqueza, el poder, en suma, bienes perecederos. 

Al hablar del binomio saber y virtud, se está hablando de lo que se ha definido como el INTELECTUALISMO ÉTICO; la virtud se equipara a conocer el bien, así como la ignorancia a ignorarlo, y esta ignoracia es la madre de todos los vicios. La voluntad no tendría ningun papel en el actuar humano, pero la ciencia, o el intelectualismo no sería un saber cualquiera, sería más bien el saber que el hombre es su alma y de que de este conocimiento deriva el saber lo que es bueno y conveniente a ella. Resumiendo: basta con saber qué es bueno para actuar conforme a ello y para evitar lo contrario. 

Pero -y es un "pero" muy válido- ¿no obramos muchas veces mal a sabiendas de que está mal? ¿no constatamos que a otros les va igual? Si a alguien se le reputa un actuar malo, es porque se puede probar que "sabía que era malo",  si no fuese asi sería inimputable. 

Aristóteles va a ser un duro crítico de este intelectualismo, argumentando que a veces el actuar humano es irracional, o guiado por la debilidad moral  que hace que la persona haga a sabiendas lo malo. 

Se ha propuesto que Sócrates dominaba mucho sus pasiones, por lo que le era fácil actuar conforme al código moral, posiblemente haya pensado que a todos les iba igual, arguyendo que se obra mal más por ignorancia que por debilidad moral. Otros han propuesto que el "conocer lo malo" no era algo tan simple, sino mas bien una verdadera "convicción moral" que impedía que el hombre fuese detrás de lo malo. La ignoracia que Sócrates pone al origen del mal moral, es la ignorancia del verdadero bien que hace que se tome por bueno lo que no es bueno. 

Por otro lado es importante lo que Sócrates entendía por "recto". Según él, es recta aquella acción que se ordena a la verdadera utilidad del hombre, en el sentido de que coontribuye a que este logre su felicidad verdadera, la pregunta que se puede formular en este punto es ¿qué es aquello que proporciona felicidad al ser humano?. Sócrates consideraba al placer como un bien, pero señalaba que el verdadero bien -y por ende la felicidad- está en el bien moral y no en los bienes materiales. 

Respecto a la naturaleza humana, es igual en todos los hombres y por consiguiente los valores éticos son iguales para todos, Sócrates tiene el mérito de haber fijado esos valores en definiciones universales.

La virtud puede ser enseñada mediante la instrucción pero la virtud misma es algo que inhiere en el sujeto como fruto de su actuar bueno. Cuando Sócrates habla de enseñar la virtud, no está hablando de una enseñanza meramente nocional, sino mas bien de una enseñanza que guíe a la adqusición de verdaderas convicciones. 

EI  autodominio, enkrateia,   significa señorío del alma sobre el cuerpo, dominio de lo rozón sobre los instintos, un dominio que procura al hombre la libertad interior, una libertad de la razón que impone sus propios principios a la irracionalidad corporal. De este  modo   el  hombre  virtuoso  se  hace  autónomo, suficiente  para  alcanzar  con  su  propio  razón  la  felicidad,  sin necesitar de los bienes terrenos: 

«Si el no tener ninguna necesidad es cosa divina, el tener las menos posibles es la cosa que más se aproxima a la divinidad» (Jenofonte, "Memorables").

Teología socrática 

Sócrates murió precisamente por una acusación de impiedad, por «no creer en los dioses en que cree la ciudad y por introducir otras  nuevas  divinidades».  Y,  sin  embargo.  Sócrates  fue  un hombre de una profunda religiosidad.

Como los sofistas, Sócrates se opuso a la religión tradicional del  Estado,  pero  a  diferencia  de  ellos  no  concluye  en  un agnosticismo,  ni  mucho  menos  en  el  ateísmo,  sino  en  una concepción de lo divino que ciertamente superaba el antropomor­fismo característico de las divinidades griegas.

Sócrates  rechazaba  dicho  modo  de  concebir  a  Dios,  y  lo entendía, como antes Anaxágoras,  al  modo de  una  Inteligencia ordenadora, benevolente, omnisciente, una, unificando de esa manera la pluralidad de dioses que sin duda admitía.  Este  modo de concebir a  Dios se comprende también desde sus presupuestos éticos, desde su visión peculiar del hombre, conocer a Dios es lo mismo que buscar la virtud y vivir una vida justa.  

Característica  peculiar  de  la  religiosidad  de  Sócrates  es también  su  creencia en  la  presencia de  un daimónion,  un algo divino presente en él y que le ayudaba en su obrar.

«Pero la causa de ello (de su no participación activa en la política) es lo que muchas veces me habéis oido decir en muchos lugares, que sobre mi siento la influencia de algún dios y de ulgún genio(...) se trata de una voz que comenzó a mostrárseme en mi infancia, la cual, siempre que se deja oír, trata de apartarme de aquello que quiero hacer y nunca me incita hacia ello » (Platón, Apología de Sócrates).

 Tal daimónion era para Sócrates un privilegio a él concedido por los dioses, un signo, una vez, que manifiesta su firme creencia en la providencia divina.

La inducción y el concepto

Aristóteles ha caracterizado la investigación de Sócrates desde el punto de vista lógico de este modo:  "Dos cosas se pueden fundadamente atribuir a Sócrates: los razonamientos inductivos y la definición de lo universal(...)". El razonamiento inductivo es aquel que, mediante el examen de un cierto número de casos o afirmaciones particulares, conduce a una afirmación general que expresa un concepto. El razonamiento inductivo se dirige, pues, a la definición del concepto; y el concepto expresa la esencia o la naturaleza de una cosa, lo que la cosa verdaderamente es.

Este procedimiento, observa también Aristóteles, lo aplicó Sócrates a los temas morales, de los que buscó lo universal. A Sócrates pertenece el mérito de haber sido el primero que organizó la investigación según un método propiamente científico, mediante un método riguroso. Sólo una ciencia de este género, con su perfecta objetividad, permite a los hombres entenderse y asociarse en la investigación común. Únicamente como ciencia es posible enseñar la virtud.

Para algunos a Sócrates corresponde el título de descubridor del concepto, ya que sólo indagó conceptos ético-prácticos y éstos expresan no lo que realmente es, sino lo que debe ser: su obra científica no apuntaba al conocimiento, antes bien era una reflexión criticonormativa alrededor del obrar y el vivir del hombre. 

Pero la cuestión fundamental es la del significado que el concepto tiene para Sócrates. Indudablemente los conceptos que Sócrates ha elaborado son todos ellos de carácter ético-práctico y se refieren al deber ser y no a la realidad de hecho. Pero todo concepto, sea teórico o práctico, tiene por objeto la esencia de las cosas, su ser y su sustancia permanente. En qué consista la sustancia o la esencia es un problema postenor que Sócrates dejó como herencia a sus sucesores y que constituye el tema fundamental de la filosofía de Platón y de Aristóteles.





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